viernes, 30 de julio de 2010

CAPÍTULO VI (II)

Luz ya estaba en su habitación cuando llegué, con la peluquera y la maquilladora, una empleada del servicio me dijo que me serviría el almuerzo en mi habitación, le di las gracias y subí. Antes de llegar a mi habitación decidí hacerle una visita a Luz, quería saber cómo estaba ya que no la había vuelto a ver desde la noche anterior. La encontré tumbada boca abajo en la cama, recibiendo un relajante masaje en la espalda mientras peluquera y maquilladora ultimaban sus utensilios. Hablamos un rato y la tranquilicé diciéndole que acababa de llegar del Club y todo estaba en orden, cuando casi estaba saliendo por la puerta me llamó.

- ¡Athena espera!

Me volví. Se incorporó en la cama.

- ¿Podría pedirte un último favor?

- Claro, lo que quieras Luz.- dije.

- ¿Te importaría venir luego y ser tú la que me ayude a ponerme el vestido?.- me quedé de piedra, incluso sentí un pequeño nudo en la garganta, nunca en cuatro años una novia me había pedido algo así, era algo tan íntimo y tan personal que me conmovió mucho que Luz me lo pidiera, casi podía sentir las lágrimas en los ojos.

- Por supuesto..- dije con la voz un poco estrangulada.- Gracias Luz…es…un detalle precioso conmigo…

Simplemente me sonrió.

En mi habitación ya me estaba esperando el almuerzo, lo cierto es que apenas pude probar bocado, empecé a sentir los nervios previos, el cosquilleo del ojalá salga todo bien. La tarde como era de esperar pasó volando, por mi habitación pasó un desfile de personas: me hicieron la manicura, la pedicura, me maquillaron y peinaron, y hasta me ayudaron a vestirme, me sentía como una auténtica princesa. Cuando finalmente estuve lista y me miré en el espejo no pude evitar sonreírle a mi imagen. Volví a la habitación de Luz para ayudarla con el vestido. Cuando me vio entrar abrió la boca.

- ¡Estás preciosa! – exclamó.

- Tú sí que vas a estar preciosa.- y era verdad. El vestido de novia de Luz era de un diseño tan medieval como todo lo relacionado con la boda, de color blanco puro, mangas largas que se ensanchaban en los codos y caían hasta más debajo de las rodillas, con un cinturón en las caderas bordado en hilo de plata que se cerraba con un broche en filigrana también de plata y del que caía hasta el bies del vestido una tira igual al resto del cinturón, el escote era en pico, y en la cabeza llevaba una fina corona rodeándola, a juego con el broche del cinturón, el pelo rubio suelto, cayendo en una cascada de bucles más allá de los hombros, estaba guapísima. La ayudé a ponerse el vestido, y cuando le tocó a ella mirarse al espejo vi cómo le brillaban los ojos con felicidad ante lo que estaba por venir. Por último le puse el ramo en las manos y le di un abrazo.

- Te veo en un rato.- prometí.

- Gracias Athena.

- Gracias a ti Luz por empeñarte en ser mi amiga.- le guiñé un ojo. En ese momento entraron Nur y su madre en la habitación, escuché unas cuantas exclamaciones por parte de las dos que expresaban lo preciosa que estaba la radiante novia, las dejé tener un momento íntimo y familiar y me salí fuera, de todas formas estábamos a punto de salir ya hacia el Golden Club, yo me iría en el mismo coche que Nur y su prometido.

Volví a mi habitación a recoger mi bolsito, en el que cabía lo imprescindible, luego bajé directamente al gran recibidor, en el que había gente corriendo de un lado a otro frenética, pero aún no había bajado Nur, aunque sí vi a su prometido, que hablaba con alguien desconocido para mí, sólo podía ver su negrísimo pelo brillante y su ancha espalda. Antes de que pudiera acercarme a saludar fui saludada por una voz familiar.

- ¿Athena?- me di la vuelta.

Y allí estaba Leo, enfundado en un impecable frac que le sentaba a las mil maravillas.

- Madre mía….pareces una aparición…estás…estás…

Noté que se me subían los colores a las mejillas.

- Impresionante…- concluyó.

- Gracias…tú también estás muy elegante, de pronto pensé que si Leo estaba allí quizá era porque algo se había torcido en el Golden Club, debió reflejarse en mi cara porque enseguida Leo me tranquilizó.

- No no, no pasa nada Athena, todo va bien.

Me llevé la mano libre al pecho y suspiré aliviada.

-Qué susto. ¿Entonces qué….?

- He venido a recogerte para llevarte al Golden Club – dijo- bueno, si me concedes el honor de acompañarme, claro.

Me sentí un poco atrapada, por un lado no quería parecer ante todos la pareja de Leo, porque no lo era, y por otro él se había portado de una forma intachable desde el día en el que le di mi carta de renuncia, por lo que me sentiría fatal después si rechazaba acompañarlo.

- Por favor Athena….- me rogó suavemente- Cuando acabe esta noche te habré perdido para siempre…mañana ya no te veré entrar en tu despacho.

- Que ya no trabaje para ti no significa que me pierdas para siempre Leo.- le dije riendo un poco para quitar tanta seriedad al asunto, no había que ser tan melodramático.

- Ya, lo sé, pero en cierto modo es como me siento, no lo puedo evitar.- y yo tampoco pude evitar ver la tristeza en sus ojos, eso fue lo que me decidió.

- Iré contigo.

De pronto su cara se iluminó. Levanté el índice de la mano derecha.

- Pero no es una cita, sólo iremos juntos, nada más.

- Por supuesto Athena, tú mandas.- y me hizo una cómica reverencia.

- Avisaré a Nur.- le dije.

- No, yo se lo diré a su prometido, está allí mismo.- al girarme comprobé que los dos hombres seguían allí mismo, apenas se habían movido del sitio. Me pregunté una vez más con quién estaría hablando el prometido de Nur.

Vi como Leo se acercaba a ellos y hablaba brevemente con Thomas, enseguida estuvo de nuevo a mi lado.

- Ya está arreglado, vámonos o seremos los últimos en llegar, Luz debe estar a punto de salir.

Salimos de la casa y nos subimos en el descapotable que Leo había aparcado unos metros más atrás del coche que llevaría a la novia. Recé para que el peinado llegara cuanto menos decente.

- No vayas muy deprisa.- le pedí.

Se rió.

- El peinado ¿verdad?

- El peinado.- admití.

Antes de arrancar el coche Leo se fijó en mi reloj.

- ¡Qué belleza!...mejorando lo presente claro.

- Gracias…es una joya de familia.- dije.

- Te sienta muy bien, imagino que tendrá mucho valor para ti, nunca te lo había visto antes.

- No…sólo lo llevo en ocasiones especiales, como hoy.- expliqué.

Finalmente Leo arrancó el coche y salimos en dirección al Golden Club. El camino fue en silencio, Leo parecía estar pensando en sus cosas, y yo aproveché el que sería el último momento de relax del día. La caída de la tarde estaba siendo preciosa, la temperatura era cálida pero suave, y en el aire había un cierto aroma a flores que no conseguía identificar. Me sentía feliz por primera vez en mucho tiempo.

1 comentario:

  1. Hola, hola!

    Prometes y cumples, eh? Hmmm.... qué me gustó leer en tu comentario de esta mañana que colgarías otro pedacito del libro!!! Y ya lo he leído... mira qué rápida!!

    Me ha gustado mucho... la verdad es que ha sido una sorpresa la amistad entre Athena y Luz: dos personas aparentemente incompatibles, pero que han estrechado lazos! Me ha encantado cómo describías el vestido de Luz, los preparativos... cómo se nota que tú también estás en ello, jejeje! Y ese Leo que me tiene conquistada hasta a mí!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!

    Besitos guapis, muuuuuuuuuuuuchas gracias por tu comentario de esta mañana y........... FELIZ FIN DE SEMANA!!!

    Arantxa.

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