lunes, 3 de enero de 2011

CAPÍTULO XII: Nueva Etapa


La alarma del teléfono sonó justo a las cinco de la madrugada. La apagué y me di la vuelta en la cama, transcurrieron al menos diez segundos hasta que mi adormilada mente se dio cuenta de que no estaba en casa, ni era hora de ir a la oficina. Estaba en La Mer, y tenía exactamente unos diez minutos para darme una ducha y vestirme antes de que me subieran el desayuno. Pensar en él hizo que mi estómago también se despertara, no entendía cómo, pero tenía hambre.

De forma mecánica me despegué de la cama y me fui al baño a darme esa ducha que necesitaba para acabar de despertar, aunque por primera vez en mucho tiempo no recordaba ni qué había soñado.

Me sobraron al menos un par de minutos, un buen tiempo récord, aunque me faltaba maquillarme un poco y acabar de peinarme, pero unos toquecitos sonaron en mi puerta. ¡Ese era mi desayuno! Mi estómago rugió. Fui corriendo a abrir la puerta, y sí, era mi desayuno, pero lo traía Ash, y ya estaba totalmente listo para el viaje.

- Buenos días, ¿o es pronto aún?- saludó.

- Buenos días.- contesté.

- ¿Desayunas conmigo?- preguntó.

Quién podría decirle que no.

- Claro, pasa.- dije haciendo un ademán con la mano hacia el interior de la habitación.- Dame cinco minutos y estaré lista.

- Bien, iré sirviendo el café.

Mientras Ash acomodaba el desayuno en la mesita de mi habitación yo acabé rápidamente de arreglarme en el baño.

- Siento haberte hecho esperar.- me disculpé.

- Ha merecido la pena Athena- sonrió.- ¿Qué hombre no esperaría para desayunar con una bella mujer?

De nuevo el calor en mis mejillas, bajé la mirada al suelo y fui a meter en la maleta el neceser con los cosméticos, con la esperanza de que se me pasara la vergüenza.

Él ya estaba sentado en la mesita esperándome a mí, su gran tamaño hacía que mesa y sillas parecieran aún más pequeñas.

- ¿Qué pasa Athena?- preguntó.

Salí de mis tontos pensamientos.

- Nada, ¿desayunamos?

No hablamos mucho, pero tampoco me sentí incómoda. En cuanto acabamos un empleado del hotel vino a por nuestras maletas y se las llevó a la limusina, la cual había que decir era impresionante, imaginé que naturalmente pertenecía también a Ash, dudaba que este hombre alquilase limusinas.

Durante el tiempo que duró el trayecto Ash me explicó sobre la reunión que mantendría en Nueva York, estaba en negociaciones para comprar una empresa energética que estaba a punto de quebrar, pero al parecer se le resistía, mi labor era más bien diplomática, me explicó, estaba seguro de que con mi presencia los empresarios se ablandarían y estarían más dispuestos a hacer negocios con él. Me puso al tanto de todo lo que debía saber sobre la empresa y sus intenciones con ella, el plan consistía en intervenir en ciertos momentos clave de la reunión, es decir, el objetivo era que pareciera una experta en la materia, aunque en realidad no tenía ni idea. No sabía si resultaría, pero la verdad es que me sentía un poco fuera de lugar con este nuevo trabajo, no sabía cómo saldría, o si lo haría bien, pero Ash parecía verme capaz, y confiaba en mí.

- La cuestión Athena es, no lo que debes saber y realmente no sabes, sino lo que debes aparentar que sabes, es lo que ellos necesitan, eres la chispa que necesito para que cambien de opinión y pongan esa empresa en mis manos, eres mi encantadora de serpientes.- me dijo justo antes de subir al avión.

La verdad, no sabía cómo tomármelo, era un reto en sí, pero jamás había trabajado en algo tan distinto de lo mío.