CAPÍTULO III (IV)

Leo me cogió del codo y me dirigió a una mesa alta en una esquina, nos quitamos los abrigos y enseguida llegó el camarero.
-¿Qué van a tomar?- nos preguntó.
- Yo quiero un gintonic- pedí. Leo levantó las cejas me miró con una sonrisa de sorpresa.
- A mí tráeme un whisky doble.- pidió él.
El camarero se marchó a preparar nuestras copas.
- No sabía que te gustaran los gintonics- dijo con voz burlona.
-Ni yo que bebieras whiskys dobles.- nos reímos.
- Bueno, es viernes, una copa para relajarse no es malo.- dije.
- O dos.- nos reímos otra vez. Cuando Leo estaba chistoso era muy agradable estar con él, había que reconocerlo, en cierto modo a veces pensaba que podría enamorarme de él, quiero decir, que era un hombre encantador, guapo, inteligente, bueno, con muchas cualidades, sino lo tenía todo sí que tenía casi todo, quizá podría ser feliz junto a él…pero no, no estaba enamorada, y además, era mi jefe, y estaba a punto de ser padre…posiblemente. Y además, yo no estaba preparada.
El camarero nos trajo las bebidas enseguida y lo observé alejarse a seguir atendiendo mesas, el pub estaba bastante lleno ya a esa hora. Cuando volví mi mirada a Leo de nuevo le vi removiendo su copa, observando su fondo, pensativo, no sé qué le pasaba, pero que estaba dándole vueltas a algo en la cabeza desde hacía bastante rato era seguro.
- Leo…
-Athena…
Los dos habíamos hablado a la vez.
- Tú primero- dijo él.
- No, no…tú primero…- le animé.- Pero Leo- le cogí la mano que tenía encima de la mesa- sea lo que sea…seguro que acaba bien- y le apreté la mano.- Bueno…tú primero.
-Athena…yo…- no me miraba a los ojos, ¿por qué no me miraba a los ojos?- no sé cómo decírtelo…pero…
En ese preciso momento sonó el móvil de Leo. Con gesto hastiado lo sacó del bolsillo de sus pantalones, pero la expresión de su cara cambió en cuanto vio quién llamaba.
- Es la madre de Angie, dame un minuto.- y salió disparado a la calle.
Mientras Leo hablaba fuera con su ex suegra intenté pensar en qué sería eso que Leo querría decirme, ¿habría algún problema en el trabajo?, esperaba que no, de pronto me sentí observada, tuve la impresión de estar sola en aquel pub abarrotado de personas, sólo acompañada de esa extraña sensación en la nuca de una respiración cercana y cálida, pero cuando giré la cabeza sólo vi a Leo entrando con expresión preocupada.
- Lo siento Athena…tengo que irme, es Angie, está de parto.
- Oh…no, no te preocupes, ¿está bien?
- Sí…sólo se ha adelantado un par de semanas al parecer…- me miró entristecido- ¿sabes? Seguramente te estés preguntando porqué salgo corriendo al hospital cuando ni siquiera sé si soy el padre de esa niña…
Me levanté de la silla y me acerqué, estaba bastante afectado, pero podía entenderlo.
- Leo, a mí no tienes que explicarme nada, ni yo te voy a juzgar, somos amigos, y además, en tu lugar yo haría lo mismo.- y le abracé, nunca antes me habría atrevido a hacerlo, pero sentí que necesitaba un poco de apoyo, le esperaban momentos muy duros- ya te dije antes que pasara lo que pasara todo saldría bien- dije bajando la voz a la altura de su oreja.
- Gracias Athena…- juraría que había algo parecido a lágrimas en sus ojos cuando me separé del abrazo para coger mi abrigo.
- Ahora vete, y llámame si necesitas hablar o cualquier otra cosa, estaré en casa este fin de semana. Suerte.
- Sí…claro, lavadoras y esas cosas no?...- sonrió.
Sonreí y asentí con la cabeza.
Le vi marcharse a toda prisa, me bebí un último sorbo de mi copa y me fui a casa, había sido una semana larga y estaba muy cansada. Cuando llegué casa me di una ducha y me metí en la cama, me quedé dormida enseguida, pero tuve sueños extraños, cuando desperté apenas recordaba nada, sólo unos ojos negros como el azabache.