viernes, 9 de julio de 2010

CAPÍTULO TRES (II)

- Bueno, ¿qué te parece?- pregunté.

- Es…es…¡es justo lo que quería!- una sensación de alivio me recorrió la espalda.- Simplemente me encanta, es como si este hombre me hubiera leído el pensamiento.

- Entonces, ¿no hay nada que quieras cambiar?

- No, está perfecto como está…

- Luz, en serio, si hay algo que quieras cambiar dímelo ahora- la interrumpí- Míralo bien.

- No, no quiero cambiarle nada, de verdad, así está bien.

- Estupendo entonces, se lo voy a llevar a Alex esta misma tarde para que puedan empezar a trabajar con el modelo definitivo.

Entretanto los camareros nos habían retirado los platos y disfrutábamos de un agradable café rodeadas de algunas personas que habían ido llegando al Club para almorzar.

- Tiene gracia.- dijo Luz de repente.

- ¿El qué?- dije sorprendida.

- Pues que te dediques a organizar bodas y que no creas en el amor.

Me eché a reír. A veces algunas personas son ingenuas de verdad.

- Bueno Luz, te sorprendería saber la cantidad de gente que aún se casa hoy en día por motivos bastantes ajenos al amor. Y además, yo no he dicho que no crea en el amor.

- Pero no me puedes negar que ves a muchas parejas enamoradas. Y sí que eres un poco cínica respecto al tema.

- Sí, las veo.- asentí.- ¿y?

- ¿Es que no desearías ser alguna vez la protagonista y no siempre la que hace todo el trabajo y luego se va a casa sola?

- ¿Te he dicho que me pagan muy bien?- qué empeño tenía hoy Luz con el tema sentimental, las otras veces que nos habíamos visto no había sido tan directa, ¿qué le había dado hoy?

- No me has contestado.

- Luz…yo, no lo sé, la verdad es que no pienso mucho en eso.

- Sí, sí, trabajas mucho, poco tiempo…bla bla bla.

- Eso mismo, lo que me recuerda que tengo que irme ya si quiero preparar la boda que tengo entre manos y que es…espera un momento….ah sí, la tuya.- le sonreí irónicamente y me levanté antes de que tuviera tiempo de replicarme otra vez, no tenía ninguna gana de continuar con la conversación, y además, era verdad que tenía prisa, era viernes y tenía que aprovechar la tarde para dejar resueltas algunas cosas antes del fin de semana.- Pero tú quédate, disfruta de la tarde.

- Lo haré.- me sonrió.- Y tú reflexiona el fin de semana sobre lo que te he dicho.- dijo devolviéndome el boceto de Alex.

- Hasta luego Luz. Nos vemos el lunes a las 10.

- Adiós Athena.

Salí de la terraza del Club y dejé pagado el almuerzo con la tarjeta de la empresa. Al salir al aparcamiento me di cuenta de que habían aparecido algunas nubes en el cielo, se acabó el buen tiempo, pensé. Cuando me subí al coche me vino a la cabeza la conversación que había tenido con Luz hacía sólo unos minutos. Me había dejado una sensación de incomodidad que probablemente me duraría todo el fin de semana, pero qué más daba, el daño ya estaba hecho. Lo que no entendía era porqué Luz se había puesto tan terca con el asunto del amor. Yo odiaba tener que hablar sobre mi pasado, sobre todo tener que recordar mi última relación y todo el dolor que me trajo. No es que no quisiera enamorarme nunca, pero no estaba preparada, no todavía. Y bueno, la sugerencia de Leo y yo haciendo pareja sí que era para tirarse de risa, pero no era alegría lo que sentía en esos momentos, sino melancolía, y la tendría pegada a mi trasero hasta que me inundara de trabajo el lunes y no tuviese tiempo para pensar en mucho más.

Me sacudí el polvo imaginario de la mente y me puse en marcha, aún tenía la tarde por delante. Tenía que volver a la oficina de Alex para dejar el boceto de la carpa, luego tenía que volver a la oficina y concertar las citas del lunes: floristas por la mañana y tarjetas de invitación por la tarde, es decir, un día casi entero con Luz, puse mis esperanzas en tenerla bastante entretenida entre flores y tarjetas como para que me dejase en paz.

La tarde se me fue volando, me la había pasado en la oficina haciendo llamadas después de pasar por la oficina de Alex, tenía la agenda del lunes completa y estaba recogiendo mi mesa en la oficina cuando vi a Leo salir de su despacho y venir en mi dirección.

- ¿Qué tal el día Athena?- preguntó.- ¿Ya te vas?

- Sí, estaba recogiendo. ¿Necesitas algo?

Leo cerró la puerta de mi despacho, algo raro, porque yo siempre la dejaba abierta, me gustaba no sentirme tan aislada del resto de mis compañeros. No se me escapó otra mirada atravesada por parte de Maddie, por dios, sólo estaba trabajando, ¿qué le había hecho yo a esa mujer?

- ¿Cómo van las cosas con Luz? ¿Está feliz nuestra novia?

- Bueno Leo, ya sabes, como todas las novias, tiene un poco del estrés de los meses previos, pero yo la veo feliz…y enamorada.- añadí.

- ¿Pero?

- No sé Leo, creo que necesita una amiga, hoy me ha dicho que se siente sola.

- ¿Una amiga?- enarcó las cejas- Pero si esa mujer se pasa el tiempo rodeada de gente, no lo entiendo.

- Que tenga una abundante vida social no significa que tenga buenos amigos, sólo compromisos- le dije.- Además, desde que se comprometió sale bastante menos.

- Te noto triste Athena…¿te pasa algo?- se dejó caer en una silla.

- No…nada, cansancio…y…bueno, no sé, es Luz, parece que está empeñada en ser algo así como una amiga, no sé si entiende que trabajo para ella, soy más su esclava que una posible amiga…

La carcajada de Leo debió escucharla toda la oficina, o al menos, los que quedaban allí todavía, teniendo en cuenta que se hacía tarde y era viernes, nadie se quedaba ni dos minutos de más. Lo cierto es que escuchar a Leo reír así me hizo sonreír a mí también.

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