viernes, 23 de julio de 2010

CAPÍTULO V: Cambios inesperados y una nueva amistad.

Aquella noche tampoco dormí bien. Aquellos ojos negros seguían apareciendo en mis sueños, eran lo único que recordaba claramente, el resto era muy confuso, tenía la sensación de haber estado en medio de una batalla a vida o muerte.

Me desperté temprano y cansada, triste por todo lo sucedido la noche anterior, con un peso en el corazón por todo lo que se me venía encima, sin ganas de hacer nada. Aún así hice el esfuerzo de salir de la cama y prepararme el desayuno, cereales con leche. Mientras estaba sentada a la mesa de la cocina pensaba en la mejor forma de mantenerme ocupada todo el día, ya que sería la única forma de evitar pensar en el tema, podría ir a casa de Laura, pero eso significaría hablar del tema con ella, porque no me iba a dejar tranquila hasta saber hasta el último detalle, y además, seguramente me diría el famoso “te lo dije”, así que lo descarté. ¿Y si me quedaba en casa haciendo lo que tenía planeado hacer antes de que se iniciara el desastre? Total, distraída iba a estar para rato. De pronto la tristeza dio paso al enfado, no sé cómo pasó, pero de buenas a primera empecé a experimentar una sensación de rebelión en mi interior, un enfado que iba a más por segundo, ¿por qué yo? ¿es que no había sufrido ya bastante? ¿Quién se creía Leo que era para besarme así sin mi permiso, para entrar en mi casa y romper la estabilidad de mi vida? Una estabilidad que me había costado mucho esfuerzo conseguir por cierto, por un segundo le odié con todas mis fuerzas, aunque enseguida se me pasó, odiarle no arreglaba las cosas, y total, quizá tampoco era culpa suya sentir lo que sentía. Gruñí de frustración al cuenco de cereales. No me lo había terminado, pero me daba igual, no tenía hambre.

Decidí pasar la mañana acabando de limpiar la casa, así que me coloqué el ipod a todo volumen y me puse a la tarea. Para la hora de comer lo había dejado todo impecable. Hice el esfuerzo de comer algo al mediodía, pero parecía que mi estómago no tolerase ni lo más mínimo, así que tampoco lo obligué mucho. La tarde la pasé ordenando papeles con la televisión de fondo, hasta que ya no hubo nada más que ordenar y afronté la tarea más difícil del día, redactar mi carta de renuncia.

Me senté en mi escritorio y encendí el ordenador, mientras arrancaba recordé el móvil, no lo había encendido en todo el día, así que fui a buscarlo y lo conecté, enseguida empezaron a llegar mensajes de llamadas perdidas de Laura…me arrepentí de haberle mandado el mensaje la noche anterior, no sólo la había preocupado innecesariamente, sino que ahora tendría que llamarla y explicarle qué pasaba…me dije a mí misma que la próxima vez me lo pensaría antes de mandar nada en plena enajenación mental. Pero primero la carta, sino la escribía ahora ya no tendría ni ganas ni fuerzas para hacerlo después.

Una hora más tarde, y sin saber muy bien cómo, había conseguido redactar la dichosa carta, le di muchas vueltas, la borré y la empecé muchas veces, y sobre todo mis pobres uñas sufrieron con mi ansiedad, pero finalmente estaba escrita. La saqué por la impresora antes de que pudiera arrepentirme, luego la metí en un sobre y la dejé sobre la mesita de la entrada de casa. Ahora tenía que llamar a Laura. Cogí el teléfono y busqué su número, le dí a llamada.

- ¡Athena!- chilló en mi pobre oído.

- Hola Laura.- dije como si no supiera que había llamado como un millón de veces.

- Imagino que sabes que llevo todo el día llamándote, ya estaba a punto de ir a tu casa.

- Lo siento.- de pronto me sentía bastante culpable.

- ¿Que lo sientes?...más te vale sentirlo.- me regañó.

- Olvidé encender el teléfono esta mañana y…

- La cosa es – me interrumpió- ¿por qué lo tenías apagado? Me mandas ese mensaje ayer, que he leído esta mañana y me pregunto qué te pasa, y cuando te llamo cuál no es mi sorpresa que encuentro tu móvil apagado, y no una hora o dos….¡todo el dichoso día!, ¿me puedes decir qué pasó ayer? Y sobre todo, ¿en qué tenía yo razón?- estaba un poco enfadada, la verdad, tenía derecho, yo me había portado como una cría, ¿le había dicho ya que lo sentía?

- Por partes Laura, por partes.- le pedí.

- Soy toda oídos.

- Anoche vino Leo a casa…

- ¿Qué??

- ¿No eras todo oídos?

- Lo soy, lo soy…

Le conté todo, desde que había quedado con él aquella tarde noche porque él me había dicho que necesitaba hablar hasta el momento en el que se le ocurrió la genial idea de besarme.

- Sabes que no me gusta tener que decirte esto Athena, pero…¡te lo dije!

- Sí, me lo dijiste, y Luz también me lo dijo. Mea culpa no haberlo visto venir, ¿satisfecha?

- Bueno, no te lo tomes tan a mal. ¿Qué vas a hacer ahora?

- Ya he redactado mi renuncia, mañana la dejaré en su mesa a primera hora.

- ¿Que has hecho qué? ¿estás loca?

- Es lo único sensato que puedo hacer.

- ¿Desde cuando dejar el trabajo es sensato?

- Desde que tu jefe está enamorado de ti, me es imposible trabajar con él en esas condiciones Laura, ¿o qué harías tú?

Hubo dos segundos de silencio.

- Imagino que tienes razón, yo haría lo mismo…

- Laura, no va a ser fácil para mí, ¿me apoyarás?- rogué.

- Claro, ¿acaso no lo he hecho alguna vez?- lo cierto es que en ese sentido no tenía nada que reprocharle.

- Nunca, siempre has estado ahí para mí….la verdad es que me siento fatal…

- ¿Por Leo?

- Por todo…por Leo, por mí, por tener que dejar mi trabajo,…

- Pues yo creo que en el fondo te van a venir bien unas buenas vacaciones, así podremos verte un poco más, y por el trabajo no te preocupes, eres buena en lo tuyo y eres conocida, y después de la boda de Luz Latica trabajo no es precisamente lo que te va a faltar.- me animó.

- No…si acaso me faltará otra cosa…

- ¿Qué?- preguntó.

- Suerte, aunque sólo sea un poco…

Al final nos reímos, la verdad es que no tenía ganas de hablar del tema, pero cuando colgué el teléfono tenía que reconocer que me sentía mucho más animada que antes de llamar, de pronto no lo veía todo con la misma magnitud que la noche anterior, quizá las horas pasadas le habían dado perspectiva a todo lo que había pasado, aún así, mi decisión de renunciar seguía firme.

Me fui a dormir temprano, y esa noche también me visitaron aquellos ojos negros, pero esta vez me hicieron sentir segura, en paz…

2 comentarios:

  1. Ay madre mía... me río yo de mi adorada Agatha Christie... Tú eres la reina del suspense!!! Porque digo yo... dónde están los cambios inesperados y la nueva amistad? Ea, ésta es la incógnita del fin de semana... jajaja!

    Bromas aparte... me ha encantado! Esta pobre Athena me tiene en vilo!! A ver si voy a soñar yo también con los ojos negros? Una cosa con la que no estoy de acuerdo es con la renuncia al trabajo!

    Besitos, guapis y lo dicho... me encanta!
    Arantxa.

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  2. jajajaja, a ver si mañana subo el final del capítulo, así el título tiene más sentido ;)
    Athena es una chica q toma decisiones firmes y las mantiene...yo la verdad es q no sé q haría en su lugar, si sería capaz d seguir o no en un trabajo dd sabes q tu jefe está loco x ti, no sé si verle todos los días m haría sentir tan culpable como para renunciar...jajajaj, pero bueno, ella es la prota, no yo, jejejeje
    M alegra q t guste wapa :), ojalá siga manteniendoos en vilo mucho más :p, queda mucha historia!!
    Besos!!

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