miércoles, 28 de julio de 2010

CAPÍTULO SEIS: Invitada de honor.


Y por fin llegó el gran día de Luz.

La noche de antes me trasladé a la mansión de los padres de Luz, quería tenerme cerca un poco por todo, para calmar sus nervios, para ayudarla con lo que necesitara, para solucionar cualquier imprevisto de última hora. Normalmente no hacía eso, sino que me aseguraba la noche de antes que todo estaba en orden, y a primera hora del día de la boda estaba de nuevo en el lugar, supervisándolo todo, era raro que viera a la novia hasta poco antes de la ceremonia, para asegurarle que todo estaba en su sitio, luego me quedaba durante la ceremonia en un lugar discreto, y cuando los novios estaban felizmente casados y comenzaban a servirse los canapés me iba sin que nadie se diese cuenta. Normalmente no tenía que volver y todo transcurría sin problemas según lo previsto. En alguna ocasión había tenido que volver a solucionar algo, pero raras veces me había pasado.

Pero esta ocasión era diferente, Luz quería que compartiera ese día con ella no como su empleada, sino como su amiga. Quería que estuviera allí para ayudarla a vestirse, acompañarla en la ceremonia, y sobre todo celebrar con ella ese día que tanto llevábamos planeando. No pude negarme, por supuesto.

La mansión en la que Luz había crecido era simplemente increíble, de hecho no entendía porqué no se celebraba la boda allí, pero tampoco quise preguntárselo, sus motivos tendría. Era una espectacular mansión blanca, con grandes jardines delanteros y traseros, ni siquiera alcanzaba a ver los límites de la propiedad de tan grande era. El interior era tan lujoso como prometía el exterior, decorado con exquisito gusto.

Me habían alojado en la segunda planta, muy cerca de la habitación de Luz. Mi propia habitación era casi más grande que todo mi apartamento entero, tenía su propio baño con jacuzzi, toallas limpias y perfumadas y todo lujo de productos cosméticos, y un vestidor enorme, que hizo que inevitablemente me acordaba de Carrie, la prota de Sexo en Nueva York, no me quedó más remedio que suspirar, envidié sanamente a Luz, crecer en una casa de ensueño era el deseo de muchas niñas, y en el caso de Luz una enorme realidad. Y bueno, qué decir de la cama, enorme, para no desentonar con todo lo demás, temía acostarme y perderme en ella por la noche.

Unos golpecitos en la puerta me sacaron de mis ensoñaciones. Fui a abrir. Era Luz.

- ¡Luz!

- ¿Puedo?- dijo mirando al interior de la habitación.

- Claro, pasa.- la invité.- ¿Algún problema?

- No, no…es sólo que…estoy nerviosa…- me sonrió.

Nos sentamos en la cama, crucé las piernas y me puse frente a ella.

- ¿Sabes? Esto me recuerda a la noche antes de la boda de mi mejor amiga.

- ¿Laura?.- ya le había hablado en más de una ocasión de ella.

- Sí, Laura. Ella estaba también muy nerviosa la noche de antes, y también me llamó por teléfono, nos pasamos al menos dos horas hablando, recordando anécdotas de cuando éramos pequeñas…

- Pero nosotras no podemos contarnos ese tipo de anécdotas.- replicó.

- No, pero puedes contarme algunas tuyas de cuando eras pequeña, seguro q así te relajas.- la animé.

La verdad es que funcionó, me contó muchas vivencias divertidas de cuando era niña, y no tan niña, y yo acabé contándole algunas mías. Nos reímos mucho las dos. A las tres de la mañana salió a hurtadillas de mi habitación y se fue a dormir más relajada que cuando llegó. Yo también me dormí enseguida.

Volví a tener esos sueños extraños, de nuevo esos ojos negros. Me desperté sudando a las nueve de la mañana. No podía creer que me hubiera quedado dormida hasta tan tarde, tampoco podía creer que fuera mi último día de trabajo, aunque bueno, era más un día de celebración que de trabajo. Me senté en la cama aún bastante somnolienta, desde donde estaba podía ver el maravilloso vestido que llevaría en la boda, me atravesó una punzada de culpabilidad a la vez que de placer, había gastado una pequeña fortuna en él justo ahora que me quedaba sin trabajo, pero por otro lado me dije que me merecía un capricho final por todos los años al servicio de Leo, además, el vestido lo merecía, era precioso, color azul noche en seda natural, escote en pico con tirantes anchos, todo ajustado hasta las caderas, la tela haciendo como cruces entre ella misma, y a la altura de las caderas se abría en una cascada de volantes, sencillamente era precioso, y me veía muy bien en él, también llevaría los zapatos altos a juego, y unos bonitos pendientes largos de zafiro, me los había prestado Laura, eran una herencia de su abuela, y en cuanto vio el vestido insistió en que los llevara, la verdad es que me sentía como una cenicienta luciendo todo aquello, creo que nunca me había vestido tan elegante. Como broche final llevaría el antiguo reloj de pulsera de plata que había heredado de mi madre, y ella a su vez de la suya, llevaba tanto tiempo en mi familia que se podría decir que era una joya de valor incalculable, pocas veces lo había llevado en público, pero hoy era una de esas noches que pedía a gritos que lo luciera en mi muñeca, y no pensaba dejarlo en su caja. Intenté imaginarme con todo aquello, maquillada y peinada con un sencillo recogido bajo y sentí un hormigueo de impaciencia en el estómago, me sentía más como si fuera yo la q se casaba en vez de Luz, tenía una sensación de expectativa ante la noche que estaba por venir que me moría de la impaciencia porque llegase. La vibración del móvil me sacó de mis sueños. Era Luz, quería que bajase con ella a desayunar, le dije que estaría lista en diez minutos, pero que no me podría entretener mucho porque quería echar un último vistazo a todo antes de la hora de comer, y la tarde la teníamos reservada a prepararnos para el momento.

Cuando llegué a la terraza donde estaba servido el desayuno ya estaban allí Luz y su hermana. Me di cuenta de que Nur estaba un poco cambiada, parecía más alegre y sonriente, quizá el amor también había obrado el milagro con ella. El desayuno fue muy divertido, y abundante también, nunca había visto tantas cosas distintas para desayunar, casi no podía decidir qué escoger, tenía todo tan buen aspecto…incluso Toni había enviado una pequeña tarta igual a la nupcial para que la familia la probara antes de la noche, qué detalle. En cuanto acabé mi desayuno cogí mi coche y me fui al Golden Glof Club directamente, era una bonita mañana de Junio, hacía calor, pero no demasiada, seguramente haría una noche perfecta, la ceremonia sería a las nueve, el cóctel empezaría a las diez, y la cena se serviría a las diez y media, luego vendrían los brindis, la tarta y el primer baile de los recién casados. Iba haciendo el repaso mentalmente. Todo iba a salir estupendamente.

Leo también estaría allí, y al igual que yo más en calidad de invitado que de representante de la empresa, aún así si surgía algún imprevisto actuaría enseguida. Al principio Luz insistió en sentarnos en mesas separadas, pero al final, viendo que no me sentía tan incómoda con él después de todo lo que había pasado nos puso en la misma mesa, eso sí, separados por otros invitados a la boda, socios del padre de Luz principalmente, y sus parejas, a algunos los conocía de oídas, y a otros personalmente por haber sido parte de la organización de algún evento para ellos. Tal vez fuera la última vez que les viese. Me entró un poco de melancolía al pensar en todo aquello que dejaba atrás, pero me la sacudí enseguida, tenía trabajo que hacer, el último, y muy poco tiempo por delante. Afortunadamente todo estaba donde tenía que estar, la marquesina donde se oficiaría la ceremonia era preciosa, adornada con rosas rosa pálido y blancas, las sillas donde se sentarían los invitados estaban forradas de una tela blanca inmaculada, adornadas con un lazo rosa pálido, todas las cintas que adornaban el lugar eran del mismo color rosa que las sillas, había velas a lo largo del pasillo nupcial, que se encenderían al caer el sol, justo antes de la boda, también las había en la marquesina, de diferentes tamaños y grosores, del mismo rosa que los lazos, el césped estaba perfectamente cortado y lucía un color verde lima que junto con el rosa creaba un efecto precioso. La alfombra que llevaba a la marquesina también estaba inmaculada, y tenía un tono rosa más oscuro que el resto, por lo que destacaba entre el blanco y el rosa pálido. La carpa estilo medieval estaba a quinientos metros del lugar de la ceremonia, por la tarde los empleados se encargarían de marcar el camino a ella con pétalos de flores. La infraestructura recordaba un castillo medieval, con sus almenas, ventanales, banderolas, e incluso escudos de armas. El interior también era estilo medieval, con grandes candelabros, tapices y espadas adornando las paredes, armaduras, bonitas alfombras en el suelo, y mobiliario medieval, todo justo como lo quería Luz, Alex había hecho un gran trabajo, y ella estaba encantada. Lo cierto es que yo también. Una vez que me hube asegurado de que estaba todo en orden miré el reloj y vi alarmada que eran las dos de la tarde así que volví a la gran mansión a comer algo y prepararme.

1 comentario:

  1. Hola, hola!!

    Mira qué horas! Pero yo no me acostaba hoy sin leer el Cap. VI!! Vamos...!! Uyuyuy, esta boda promete! También veo que Athena y Luz se han hecho muy, muy amigas, pese a la resistencia inicial de Athena! Me gusta esta amistad! Y por cierto... me ha encantado tu descripción de la casa de Luz... del enclave de la celebración... y el vestido y joyas de Athena!

    Besitos guapis!!! Y a esperar de nuevo (cachis!)
    Arantxa.

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