miércoles, 21 de julio de 2010

CAPÍTULO IV (III)

Fue un beso extraño, no correspondido por mi parte, mi mente no dejaba de repetirme que esto no me podía estar pasando a mí, sentía ganas de llorar y rabia por no haberlo visto venir, por no haberlo previsto, tan sumergida estaba en el trabajo. Finalmente Leo se apartó de mí.

- Entiendo…no sientes lo mismo por mí…

Las palabras estaban atascadas en mi garganta, quería decir algo, pero no me salía la voz.

- Perdóname Athena…

- Será mejor que te vayas a casa Leo.- fue lo único que acerté a decir.

- Claro...- parecía destrozado, pero yo no me sentía culpable en absoluto.

Recogió su abrigo del salón, se lo puso, fue hacia la puerta y la abrió. Yo le seguí. Justo antes de salir se dio la vuelta, y desde la misma se despidió.

- Athena, perdóname, no se volverá a repetir, te lo prometo…lo que no te puedo prometer es dejar de sentir lo que siento por ti, te quiero y no me avergüenza reconocerlo, pero no te lo diré más, a menos que cambies de opinión…sólo quiero que nada cambie entre nosotros a pesar de esto…- me miró con infinita pena en los ojos- …por favor…

- Te veo el lunes en la oficina.- le dije.

- Hasta el lunes Athena…- y cerró la puerta tras de sí.

Y entonces sentí cómo mi mundo se hundía, me senté en el suelo, y dos lágrimas me resbalaron por las mejillas, esto lo cambiaba todo, no podría seguir trabajando con Leo, no sería capaz de soportar la presión de saber que estaba enamorado de mí, y que siempre tendría la esperanza de que llegase el día en que le correspondiese, porque ese día no llegaría, y no soportaba tampoco la idea de hacerle más daño a una persona que ya había sufrido tanto, por lo que tendría que sacrificar aquello que me había mantenido cuerda en mis momentos más difíciles, mi trabajo, y realmente, no sabía qué iba a hacer sin él, pero sí sabía que allí no podría seguir, tendría que encontrar otro, otro que nunca sería tan satisfactorio para mí como el que ya tenía, pero era el precio a pagar.

No sé cuánto tiempo estuve allí sentada en el suelo, pensando, dándole vueltas a la cabeza, sopesando opciones, al final tuve claro lo que tenía que hacer. El lunes en cuanto llegase a la oficina le daría a Leo mi carta de renuncia, me iría en cuanto terminase con la boda de Luz, era un reto personal que ya había empezado y quería terminarlo, y después de eso me tomaría un descanso, unas vacaciones, para pensar qué haría con mi vida. Seguro que al final todo saldría bien, a veces un cambio no tiene porqué ser necesariamente a peor. Me convencí a mí misma de que no había mal que por bien no viniera, y que después de todo me merecía ese descanso, habían sido cuatro años de trabajo ininterrumpido.

Cuando me levanté del suelo me dolían las piernas de haberlas tenido cruzadas tanto rato, busqué mi móvil y le mandé un mensaje a Laura, “tenías razón con lo de Leo”, y lo apagué. Sólo quería dormir. Mañana sería otro día y tenía unas vacaciones que planear.

3 comentarios:

  1. Ohhhhhhhhhhhhh... me he quedado helada con la reacción de Athena... Tanto ha sufrido esta chica? No parece que no le guste Leo, sino que huye de todo sentimiento amoroso hacia el sexo masculino tras la infidelidad! Muy fuerte!

    Ayyyyyy... otra vez me dejas intrigada!

    Besitos, guapis!
    Arantxa.

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  2. Graciassssssssss! Ay qué me gusta!

    Besotes ;-)
    Arantxa.

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