lunes, 19 de julio de 2010

CAPÍTULO IV (II)

Ocho años más tarde Laura cumplía con su palabra. A día de hoy aún me alucino cuando recuerdo aquella tarde, sus palabras y su seguridad, no sé, quizá sean cosas del destino, o quizá ella viera algo en aquel Aidan de casi dieciocho años que le dio una pista sobre el futuro que tendrían juntos, el caso es que aquí estaban, casados, felices, padres de una niña. A veces envidio la seguridad en sí misma de ella.

Suspiré, volví a la realidad…mi realidad, y mi realidad me decía que tenía media hora para arreglarme sino quería hacer esperar a Laura, así que me di una rápida ducha, me enfundé unos vaqueros y un jersey de lana gruesa, me cepillé el pelo hasta dejarlo brillante y lo recogí en una coleta alta, un poco de colorete y bálsamo en los labios y ya estaba lista, justo a tiempo porque Laura ya estaba llamando a mi interfono.

- ¿Laura?- pregunté.

- Baja Athena.

- ¡Voy!

Cogí el bolso, cerré la puerta y bajé las escaleras saltándolas de dos en dos, era algo que me había propuesto para intentar hacer un poco de ejercicio hacía unos meses, ya que no tenía tiempo de ir a un gimnasio al menos tenía que inventar métodos para estar un poco en forma, y las escaleras era uno de ellos. Menos de un minuto después estaba abajo. En cuanto salí por la puerta Laura me dio un abrazo.

- Tenía muchísimas ganas de pasar un rato contigo.- me dijo al oído.

- Yo también- le contesté, y era verdad.

Nos separamos y me miró de arriba abajo.

- Estás tan guapa como siempre, aunque más delgada que la última vez que te vi el mes pasado.

Me reí. Ella sí que estaba estupenda, apenas había cambiado con los años, seguía con su cara de niña salpicada de pecas en la nariz, sus ojos castaño oscuro, y un cuerpo más que envidiable, a pesar del embarazo, la verdad es que Laura siempre había tenido un cuerpo muy bonito.

- ¿Más delgada? Imposible.- me reí.

- Seguro que ni te acuerdas de comer cuando trabajas, así que vamos, hoy no trabajas y yo me muero de hambre.- y me cogió del brazo.

Fuimos a un pequeño restaurante al que solíamos ir siempre que quedábamos para comer, era muy familiar y acogedor, y lo mejor de todo era la comida, casera al cien por cien, una delicia. Yo pedí una sopa de pan y Laura un revuelto de huevos camperos.

- Bueno, ¿qué tal está Aidan?- le pregunté.

- ¿Aidan? Muy bien, ya le conoces, tiene la paciencia de un santo, toda la que a mí me falta.- parecía un poco deprimida. Imaginé que dejar de lado su carrera de escritora para dedicarse por completo a su hija debía resultarle duro a Laura, mientras que Aidan tenía su trabajo, que lo mantenía ocupado toda la semana, era arquitecto técnico y tenía su propio estudio.

Le cogí la mano a Laura como muestra de cariño.

- Oye, no sé lo que significa ser madre, pero imagino que tiene que tener sus momentos maravillosos, y también sus momentos malos, no te sientas mal por eso.

- Pero es que me siento mal Athena, porque aunque adoro a mi niña a veces me vuelve completamente loca, y me siento tan agobiada que tengo ganas de esconderme…soy una mala madre, ¿verdad?

- No por Dios Laura, no digas eso, más bien eres humana.

- No sé Athena…me siento fatal muchas veces…- suspiró- pero bueno, esta tarde te toca distraerme, así que empieza, cuéntame.- ¿Qué me cuentas de ese jefe tuyo tan atractivo?

Creo que abrí la boca.

- Sí, sí, sí….no me pongas esa cara, que no soy tonta, y he visto a tu jefe, he visto cómo te mira cuando alguna vez me he pasado por tu oficina con Laurie…

- Laura- la interrumpí- no…

- Sí Athena, ¿sigue siendo igual de atractivo que la última vez que le vi? Y sobre todo…¿sigue divorciado verdad?

Suspiré.

- Sí…sigue divorciado, pero acaba de tener una hija con su ex.

- ¿Qué?- chilló Laura.

- Chissst…baja la voz por Dios, que no estamos solas- rogué.

- ¿Por qué no me habías dicho nada?- la voz de Laura se volvía aguda por momentos.

- Laura, Leo es mi jefe, no soy quién para meterme en su vida, y menos aún para ir contándola por ahí.

- Pero yo no soy cualquiera, soy tu amiga desde ni me acuerdo cuándo.- me reprochó hablando entre dientes.

Me reí.

- Laura…¿en serio estamos hablando de esto?

- Sí, en serio, mira, hace más de un año que rompiste de verdad una relación que ya estaba rota mucho antes, ya has tenido tiempo de recuperarte, mereces ser feliz al lado de alguien que de verdad te quiera.

- Y ese alguien es mi jefe según tú.- afirmé.

- No sé…pero Leo me parece ideal , es una persona estable, seria, te conoce y además, creo que está algo enamorado de ti…

- Y dale con lo mismo…

- Sabes que no te diría nada sino no lo hubiera notado.

- No es eso Laura, y sinceramente, creo que veis cosas donde realmente no las hay…

- ¿Veis?- mierda…se me escapó- ¿quién más ve cosas además de mí?

- Nadie…

-¡Dímelo!

- Luz….- dije en voz baja.

- Perdona…¿quién?

- Luz, la mujer para la que estoy trabajando ahora mismo, pero no cuenta mucho, ella está inmersa en los preparativos de su boda y ve corazones por todas partes.

- Aaaah clarooo- exclamó Laura- todas estamos locas menos tú. Por cierto ¿Luz Latica? ¡Guau! No me habías dicho nada…- ¿eso era un reproche?

- Laura, mira, seré sincera, Leo es una gran persona, aparte de ser increíblemente atractivo, y todo eso, pero no, no me siento en lo más mínimo atraída por él, y no creo que en el futuro la cosa vaya a cambiar, y además, acaba de ser padre y hasta es posible que vuelva con su ex.

Me miró unos momentos, imagino que digiriendo mis palabras.

- Está bien cielo….pero sólo quiero que sepas que mi hija querrá compañeros de juegos pronto y tú serás la única culpable de que no los tenga.

Estallé en carcajadas, y enseguida se unió a mis risas.

- Qué chantajista eres…- dije secándome los ojos de la risa.

- Sólo un poco- me cogió la mano- no sé Athena, sólo me preocupo por ti.

- Pues deja de hacerlo, estoy bien, soy feliz como no lo he sido en años, y mi trabajo me llena mucho, lo sabes- me di cuenta de que estaba siendo un poco brusca- …perdona, no he querido ser tan borde…

- No pasa nada…sólo que me preocupo por ti.- me apretó la mano.

- Lo sé, igual que yo me preocupo por ti.- le guiñé un ojo.

- Entonces Leo….

- ¡Laura!

- ¡Es broma!- volvimos reir.

Durante la conversación acabamos el almuerzo. Luego nos tomamos un café y nos fuimos de compras, Laura le compró dos vestiditos preciosos a Laurie, y un par de pantalones para ella, yo me compré un bolso, unos zapatos y un vestido azul marino de lana precioso.

Al final de la tarde nos despedimos como siempre, con un fuerte abrazo y un beso, le dije que le diera un beso a Aidan y otro a Laurie, y le prometí pasarme por su casa el fin de semana siguiente.

Eran las ocho cuando llegué a casa, estaba algo cansada de las compras, pero me cambié de ropa y me puse a recoger y a limpiar un poco, y estaba tan distraída recogiendo la casa y la ropa que cuando sonó el móvil hasta di un respingo, en la pantalla parpadeaba un nombre, Leo, se me había olvidado que se pasaría a última hora de la tarde. Contesté.

- ¿Diga?

- Athena, soy Leo, estoy abajo, pero no sé cuál es tu piso.- Leo nunca había subido a mi casa, hasta hoy.

- El ático B. Espera que te abro.

- Bien.

Fui a la entrada y pulsé el interfono, colgué cuando oí la puerta del portal cerrarse, y entonces corrí al baño para arreglarme un poco el pelo y la ropa, menuda pinta tenía, aunque Leo venía en calidad de amigo seguía viéndole como mi jefe, y la verdad, no me gustaba nada que me viera de esa guisa, no era una cuestión de vanidad, sino de imagen.

Cuando Leo llamó a mi puerta yo ya estaba de vuelta del baño. Le abrí.

- Hola Leo.- saludé.

- Hola…- tenía aspecto cansado, y vestía ropa informal, algo que me llamó la atención, creo que era la primera vez que le veía fuera de un traje y una corbata, y las cosas como son, los vaqueros le sentaban muy bien.

- Pasa, estaba acabando de recoger unas cosillas en la casa.

- ¿Te pillo en mal momento?

- No, no te preocupes.- no quería que pensara que me había olvidado de su visita.

Pasamos al salón.

- ¿Te apetece una cerveza?- pregunté.

- Sí, siempre que tú te tomes una para acompañarme.

- ¡Claro! Siéntate, voy a la cocina a por ellas.

- Voy contigo.- se ofreció, y me siguió hasta la cocina.

Saqué dos latas de cerveza de la nevera, las abrí y las puse en dos jarritas, le di una a Leo.

- Gracias…- le dio un trago. Yo dejé la mía encima de la mesa y miré el reloj que tenía encima del horno, vi que era casi la hora de cenar.

- ¿Tienes hambre?- le pregunté.

- La verdad es que no demasiada…

- Bueno, prepararé algo de picar ¿te parece?

Asintió con la cabeza. Cada vez lo notaba más abatido, pensé que lo mejor sería ir al grano directamente, así se desahogaría y quizá se animara un poco.

Mientras iba sacando platos y buscando latas para abrir de aceitunas, patatas fritas y cosas parecidas le saqué el tema directamente.

- Leo…¿qué te pasa?

Por unos segundos no dijo nada, luego soltó el aire de los pulmones en un profundo suspiro.

- Angie…me está volviendo loco.

Le sonreí mientras ponía los platos sobre la mesa.

- Dime algo que no me hayas dicho.

- Es que cada vez va a peor…no deja de presionarme y de llorar cuando estoy con ella, estoy agobiado Athena…

- La cosa es que tengas claro tus sentimientos, y que se lo digas a ella, sea lo que sea tendrá que aceptarlo, no puede obligarte a quererla si no es lo que realmente sientes.

- Estoy seguro de que no la quiero, quiero decir, que le tengo cariño como madre de mi hija que es y como alguien que fue importante hace tiempo en mi vida, pero no como mujer, no estoy enamorado de ella, deje de estarlo hace tiempo.

- ¿y se lo has dicho?- pregunté, aunque me imaginaba la respuesta.

- Lo intento…pero entonces querrá que le explique por qué, que le dé una razón que definitivamente la convenza de dejar de intentarlo.

- ¿una más aparte de que te engañó y que traicionó tu confianza?

- Al parecer considera que esa no es suficiente, y menos ahora con la niña, cree que es una razón de mucho peso para hacer borrón y cuenta nueva, como si fuera tan fácil…

- ¿y es que hay otra razón más poderosa que esa?

- Sí…imagino que sí…la hay.- parecía algo nervioso.

Acabé de poner los platos en la mesa y me senté frente a él, esperando una respuesta mientras bebía un poco de mi cerveza.

- Bueno, ¿y cuál es esa razón?

Cogió un trozo de queso y se lo llevó a la boca, me dio la sensación de que estaba pensando qué decir, o mejor dicho, cómo decirlo.

- Estoy enamorado de otra mujer.- casi me atraganto con una patata frita, así que eso era lo que quería decirme cuando Angie se puso de parto. Menuda noticia, de pronto sentí lástima por Angie, aún una infidelidad se puede perdonar, imagino que con tiempo y esfuerzo, aunque en mi caso era algo imperdonable, pero cada persona es diferente y siempre pensé que Leo acabaría perdonándola a pesar de todo, pero estaba claro que me equivocaba de lado a lado, y no sólo eso, es que además se había enamorado de otra, pobre Angie, aunque bueno, como siempre digo, se recoge lo que se siembra.

­- Me dejas sin palabras Leo.- acerté a decir.

- Ya veo que te he sorprendido.- me sonrió.

- Bastante, no me lo esperaba.- tuve que reconocer.

- Yo también me sorprendí cuando me di cuenta, así que ya somos dos.

- Vaya…qué noticia…¿ y cómo ha sido?

- No lo sé Athena…imagino que porque es una mujer distinta a las demás, es inteligente y fuerte…con una sonrisa preciosa, cálida, que me hace sentir cosas que ya había olvidado…

Mientras él hablaba enumerando virtudes de la misteriosa mujer que le había robado el corazón yo me estrujaba la cabeza pensando en quién sería ella, ¿alguien de la oficina? ¿Maddie quizás? ¿por eso esas miradas de celos cuando tenía alguna reunión con Leo o nos tomábamos un café juntos?

- ¿Es Maddie?.- pregunté casi sin evitarlo.

Me miró bastante extrañado.

- ¿Qué te hace pensar que es Maddie?

De pronto me sentí incómoda, no tenía que haber preguntado, no era asunto mío de quién se había enamorado Leo, me levanté a coger servilletas.

- No sé…pues…porque parece que le molesta cuando te ve con alguna compañera en la oficina…- dije mientras me entretenía abriendo un paquete nuevo de servilletas.

- No es del todo cierto.- afirmó, y también se puso de pie.

- ¿No?

- No…sólo se pone celosa cuando me ve cerca de ti…- Leo estaba detrás de mí, había bajado la voz hasta ser casi un susurro, y su boca estaba peligrosamente cerca de mi oreja, de pronto la verdad me golpeó con fuerza: Leo estaba enamorado de mí, Luz y Laura no estaban equivocadas, yo era la que no había querido verlo todo este tiempo. Quise darme la vuelta, pero él presionó suavemente mis hombros para que no lo hiciera.

- Por favor Athena…escúchame, déjame que te lo explique…

Estaba rígida, callada, esperando nerviosa lo que Leo tenía que decir.

- No sé cómo ha pasado, no era mi intención, pero te estoy diciendo la verdad….estoy enamorado de ti, lo estoy desde hace tiempo, y la otra noche quise decírtelo, pero tuve que salir corriendo al hospital…

Entonces me dio la vuelta, nuestras caras estaban muy cerca, una de sus manos bajó a mi cintura, la otra me tomó de la nuca.

- Te quiero Athena…- y entonces me besó.

2 comentarios:

  1. Chicas, aquí tenéis ese beso ;), os lo habéis ganado, va x vosotras...pero....queda muuuucha historia, esto aún no ha arrancado ;), espero q os guste :)

    ResponderEliminar
  2. Ay madre míaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!!!!!!!!!!!!!!!!!! Llegó el beso!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! Ay qué me ha gustado este relato, de verdad! Estaba leyendo atropellada, porque me podía la intriga..................!! La conversación de Athena con Laura me ha encantado y Leo... Ay Leo!!!!!!!!

    Hmmmm... si la historia acaba de arrancar... yo encantada, porque me tiene atrapada!

    Besitos, guapa!!!
    Arantxa.

    ResponderEliminar