jueves, 2 de septiembre de 2010

CAPÍTULO DIEZ: A la luz de las velas.

A las nueve en punto un coche negro y deportivo paró bajo mi ventana, me aparté de ella por reflejo. Tenía que ser él. Entonces sonó mi móvil. Sí, era él. Lo cogí.

- ¿Bajas?

- Enseguida.- contesté.

Cuando salí del portal de mi edificio él me esperaba fuera del coche, en cuanto me vio abrió la puerta del acompañante y con un gesto de la mano me invitó a entrar. Hasta que no estuve muy cerca del coche no me di cuenta de que era nada más y nada menos que un Aston Martin. Ash Lastor exhalaba no sólo un perfume embriagador por todos sus poros sino también mucha clase. Al llegar a su altura me saludó.

- Athena…estás preciosa.- dijo cogiéndome la mano para ayudarme a subir al coche.

Me sonrojé, como ya era de esperar con él.

- Gracias.- dije casi mirándome los zapatos.

Cerró mi puerta y se subió él también al coche.

- Espero que tengas hambre.- dijo sonriéndome- ¿hambre? Tenía el estómago hecho un ovillo.

Arrancó el coche y enseguida nos metimos en el tráfico nocturno de la ciudad, mientras conducía, Ash me echaba miradas de reojo y me sonreía de vez en cuando.

- ¿Dónde vamos?- quise saber.

- Tranquila…¿confías en mí?- y puso su mano sobre la mía, y como quien no quiere la cosa me sentí más relajada- sólo quiero que tengamos una agradable cena y una buena conversación.

Qué podía yo decirle, si ahora me lo pidiera me iría con él al fin del mundo, así de loca me estaba volviendo. Y ni siquiera le conocía.

- ¿Sobre trabajo?- pregunté- ¿por qué quieres contratarme?.Ash redujo un poco la velocidad del coche y me miró directamente a los ojos.

- Debe ser porque he oído hablar demasiado bien de ti y me gustaría comprobarlo por mí mismo…o quizás sólo sea por esos ojos dorados tuyos…o quizá sólo sea que estábamos destinados a conocernos … ¿crees en el destino Athena?

-No…no sé…tal vez…- me estaba hechizando de nuevo, tenía que tener cuidado, sino al acabar la noche estaría locamente enamorada de él.

-Yo sí creo…creo que estábamos destinados a conocernos.- dijo él.

Volvió a concentrarse en la carretera, y el coche comenzó a rodar más deprisa. Habíamos dejado la ciudad atrás. Subió el volumen de la música, Chris Isaac inundó el interior del coche con Wicked game, era la canción perfecta para acompañar un misterioso viaje con un misterioso acompañante.

Durante más de media hora no dijimos una palabra, no sé en qué pensaba él, si es que estaba pensando algo, yo por mi parte tenía un torbellino en la cabeza, por un lado no dejaba de preguntarme dónde me llevaba, por otro intentaba concentrarme en cosas coherentes, lo que fuera con tal de no perder la cabeza en aquel coche por culpa de esa esencia embriagadora que emanaba de él, no entendía porqué, pero me sentía irremediablemente atraída por ese hombre al que apenas conocía.

Por fin aminoró la velocidad y giró a la izquierda, metiéndose por un tortuoso camino, un pequeño cartel pintado a mano indicaba que el Restaurante La Mer estaba a siete kilómetros. No lo podía creer, ¿me llevaba a un restaurante exclusivo de lujo para hablar de trabajo? Sólo lo había visto en una ocasión, ni siquiera llevaba la organización de aquel evento, por ese entonces aún estaba aprendiendo, pero Leo quiso que le acompañase para que cogiera experiencia, me quedé asombrada al ver el lugar. La Mer era un nombre bastante irónico para un lugar que se hallaba en el corazón de un bosque, aunque era un restaurante con unas pocas habitaciones para pasar la noche no lo parecía para nada, se asemejaba más a una gran cabaña que utilizaran los guardabosques como refugio que lo que realmente era. A pesar de que no era partidaria de alterar de esa forma un medio ambiente tan encantador, la verdad es que el lugar estaba muy a tono con el medio que lo rodeaba, me recordaba en cierto modo a la cabaña de los enanitos de Blancanieves, sólo que en el interior no nos esperaban ellos, sino unos amables camareros, y Ash no era el Príncipe Encantador, ni yo Blancanieves, pero esa noche no me importaba serlo.

Estacionó el coche en el pequeño aparcamiento.

- Ya hemos llegado.- me anunció.

- ¿No es un poco ostentoso para hablar de trabajo?- pregunté un poco intimidada.

- Todo a su tiempo Athena- me sonrió- ¿Tienes hambre ya?

Lo cierto era que nada, aún así le dije que sí.

Entramos en el restaurante, enseguida nos recibió el maître y nos llevó a una de las mesas, una de las más apartadas. El ambiente dentro era íntimo y acogedor, en el centro de la mesa había tres velas encendidas, el mantel era de seda roja, a juego con las servilletas, también había una botella de vino de una marca muy distinguida, y dos copas para servirlo, el mismo maître abrió la botella y nos llenó las copas, luego se retiró.

- ¿Te gusta el lugar?- me preguntó Ash.

- Sí, es encantador.- admití.

- ¿Habías venido antes verdad?

- Sólo una vez, por trabajo.- le expliqué.

- Con Leo.- afirmó.

- Sí, me trajo él para que aprendiera cómo manejar recepciones diplomáticas, por aquel entonces llevaba poco tiempo trabajando en la empresa, le pareció una buena ocasión para enseñarme algo sobre protocolo.

- Bueno, hoy será diferente- prometió- Quiero que te relajes y disfrutes la cena.

Como por arte de magia aparecieron dos camareros de la nada, uno llevaba una nueva botella de vino y el otro empujaba un carrito lleno de platos de delicioso aspecto, de pronto sentí una punzada de hambre. Lo sirvieron todo en la mesa en un tiempo record. De nuevo estábamos solos, con la cena por delante. Mi primera cena con Ash…mi futuro jefe.

- ¡Que aproveche!- dijo Ash.

No pude contenerme.

- ¿Y exactamente en qué consistiría mi trabajo?

Me miró y empezó a reír.

- Hasta que no te lo diga no te vas a relajar ¿verdad?

- Podría intentarlo, pero no creo que lo consiguiera.- le desafié.

- Está bien, te lo diré entonces, pero tienes que prometer que después disfrutaremos la cena y el resto de la noche.

- Prometido.

Se inclinó un poco sobre la mesa, en gesto confidente.

- Tu trabajo consistiría en no perderme de vista, tendrías que viajar conmigo, asistir a todas mis reuniones, llevar mi agenda al día, atender clientes, solucionar problemas…en fin, ser mi sombra, mi mano derecha.

Ante mi expresión de asombro siguió explicándome.

- Necesito una persona eficiente, responsable, en la que pueda confiar, y con una disponibilidad total, y creo que eres esa persona.

- ¿Cómo puedes creerlo? Ni siquiera me conoces.- dije algo abrumada.

- Ya te dije que creo en el destino, él ha hecho que nuestros caminos se hayan cruzado.

- Pero yo jamás he hecho el tipo de trabajo que necesitas, no creo que tenga la suficiente preparación.

- La tienes de sobra, no es mucho más complicado que el trabajo que ya hacías para Leo.

- Pero yo…

Me interrumpió.

- Confío en ti Athena…además, me he preocupado de hacer los deberes, ¿por qué crees que tenía tantas ganas de conocerte?.- sonrió.

- ¿Qué deberes?- pregunté.

- Te sigo la pista desde el mismo momento en el que corrió el rumor de que abandonabas tu empresa, lo sé todo sobre ti…profesionalmente hablando.

2 comentarios:

  1. Hoooooooooooooola guapísima!!!!

    Por fin me he podido leer este Capítulo!!!!! Ayyyyy madre mía, cuánto cree Ash Lastor en el destino (bueno, yo creo que toda persona alguna vez cree en su destino)!!!!! Y Athena en cuanto lo ve... se queda la pobre embriagada y anulada!!!!! Bueno, esperemos que cena en La Mer se desarrolle bien!!!!

    Y el trabajo de Athena... promete!!!! Aceptará???

    Besitos guapa, buen finde y gracias por decirme que me echabas de menos!!!! :)

    Arantxa.

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  2. Pues claro q se t echa d menos chiquita!! ;)
    Ahora mismo subo otro poquito, es q estos días están siendo una locura total, no he tenido tiempo d concentrarme en escribir...ains...
    Besitoos wapa!

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